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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Escarlata


Juan estaba decidido a acabar con su vida esa mañana de julio. Hacían 5 grados de temperatura, pero la sensación térmica era de 0 grado.Su cuerpo delgado y pálido se encontraba de pie en el balcón del departamento que alquilaba en San Isidro. Vestía la bata bordo que le había regalado su madre para su vigésimo cuarto cumpleaños, esa que había comprado por descuento de planilla con su sueldo de maestra jubilada.

Su cabello renegrido corto y despeinado destilaba una mezcla de olor a humo y sudor, producto de una noche agitada. Su aliento sabia a whisky de medio pelo y a cigarrillos Parliament.
Sintió el aire helado que soplaba del sur en su rostro ,en sus manos y en sus piernas desnudas. Los pies entumecidos tocaban el cemento helado y pensó que nunca se había sentido tan vivo en toda su vida. Todos sus sentidos estaban extasiados, magnificados como en una cascada de sensualidad pura.

En sus oídos resonaba el Nessun Dorma (nadie duerma) de Puccini y por ese segundo Juan fue el único hombre sobre la faz de la tierra, amo y señor de todo lo que lo rodeaba, omnipotente y omnipresente en todas las cosas; fue árbol, viento, hoja, rocio, hombre y mujer, todo y nada.
Parecía fundirse en un acto orgiástico con el cielo que lo abrazaba en un solo instante de eternidad.

Mientras tomaba la última bocanada de aire, cerraba los ojos y veía el infinito, una paz absoluta recorría todo su cuerpo que inhalaba y exhalaba plácido en un Om perfecto.
En sus pupilas una idea fija, determinada, incólume: NUNCA MAS.

Si dijera que Juan en ese momento recordó su infancia,a sus hermanos, a su padre ausente, los olores de su casa, el llanto de su madre, su primer beso, a Laura, su primer amor o a Marta, la mujer de su vida; estaría mintiendo. Juan no pensó en nada, ni en nadie.Este momento era suyo y nada mas que suyo, no había lugar para nadie más, para nada más.

Tomo la 42 semiautomática que había cargado la noche anterior con dos balas(una de mas para la buena suerte), que le había comprado por cuatrocientos pesos a unos negros en La Matanza.

Coloco el arma sin dudarlo un momento en su cien derecha y respirando profundo se entrego plácido y dócil a la muerte, disparó sin que le temblara el pulso.
De su cabeza brotaron veinte fuegueros escarlata que salieron volando en dirección al este,Juan soltó el arma de manera automática y llevo su mano derecha instintivamente a su cabeza donde no pudo palpar herida alguna ni sangre o fluido de ningún tipo.

Absorto por el espectáculo del vuelo de los pájaros, Juan decidió entrar de nuevo al departamento. Se dio una ducha, desayuno un café bien cargado con tostadas y mermelada casera de frambuesa que siempre le hacia su mamá y se fue a trabajar como lo hacia todos los lunes al Banco.






Inspirado en "cartas a una señora en Paris"en Bestiario de Julio Cortazar.......gracias JOrgito por ayudarme con los Escarlata ( yo ni idea de pajaritos)

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Llegué de casualidad... y la verdad que me pareció genial el relato... Espectacular!!!
Saludos

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