Todos los caminos conducen a Roma

La esposa del Cesar no sabe bien
que lugar ocupa, esta en duda
y esta en falta.

Y si su lugar es la falta, entonces
no tiene claro que es lo que
debe ostentar y a que es lo que
debe renunciar.

Su marido le pregunta sobre
asuntos de estado, por que ella
es inteligente y astuta, pero es
Cesar quien debe tomar las
decisiones, al fin y al cabo.

Ella es buena compañera,
buena amante y madre generosa
con sus hijos carnales y con el
imperio.

Pero por las noches, cuando Cesar
duerme, la asalta la duda, la toma
por sorpresa, y la corrompe.

Y se pregunta si no seria mejor ser
la esposa de un campesino, de un
artesano, o de un jurista.

Pero se llama a la calma y se dice
a si misma:"eres la esposa del Cesar:
es tu deber parecerlo", entonces calla,
suspira y vuelve a conciliar el sueño.

Por la mañana se despierta y se pone bella
para Cesar, atiende la educación de sus
hijos.

Por las tardes se reune con las esposas
de los senadores y platican sobre la política,
y sobre la guerra que nunca cesa, sobre
la economía, los niños. Y sobre las
amantes, que nunca faltan.

Entonces, ella recuerda su juventud, cuando
aún era libre y caminaba sola por
las praderas, cuando eran suyos los paisajes.

Y el tiempo en que regalo su primer beso a Eneas,
un militar que murió en la batalla contra los
etruscos, siglos atrás.

Pero luego regresa a la realidad y recuerda
que esos tiempos ya no están, que nunca
volverán, y otra vez, se esfuerza por volver a
conciliar el sueño.

Las otras damas le preguntan sobre
esa reina de aquel país exótico, esa que
saben que Cesar visita con asidua
en Egipto.

"Es una mujer inteligente, poderosa
y atrevida, le dicen. Ten cuidado o te
robara a Cesar!".

Pero ella responde calmada:"Quedense
tranquilas, que mi Cesar ama a las mujeres,
pero más se ama a si mismo y al poder que
ostenta sobre el imperio".

Luego, ella retorna al silencio.

Y mientras tanto cae la tarde,
como cada día....

Y Roma, vuelve a conciliar el sueño,
nuevamente...