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miércoles, 2 de junio de 2010

Corazonado



Al Señor Intendente del Pueblo de Corazonado,
de mi mayor consideración:

El ya no me recuerda,
ya no me piensa, ni me
escribe.

Yo esperaba con ansias sus
cartas cada semana, cuando
llegaban desde Corazonado,
donde él libraba su propia
batalla.

Y aunque nunca compartimos
jurisdicción, yo lo sentí mi
compañero.

Andaba lejos, pero estaba tan
cerca...

Un buen día no supe más
de él.

Pero se que no murió,
ahora es feliz con una
pueblerina de por allá.

Y yo me siento dichosa, por que
siempre le quise bien, aunque
nunca se lo demostré.

Yo le sigo escribiendo para
no perder costumbre...
solo que no le envió las cartas,
las guardo en un cajón en
mi mesa de luz. Por si algún día
pasa, se las doy y se las lleva.
Después de todo, le pertenecen.

A mi me enseñaron que el
corazón solo se entrega una vez,
y para siempre.

Yo no se lo pude dar en mano,
pero eso no implica no lo
tenga.

Y si el fuese tan bondadoso,
y si no le sirviese para nada y le
hiciera bulto... Usted le puede
decir que tenga la bondad de
devolverlo!.

No es de egoísmo, si no que
ultimamente, siento me falta
el aire y le necesito.

Si es tan amable Don, digale al
señor dueño de mi corazón,
pase por casa lo mas pronto
que pueda y haga la caridad
de devolverlo.

Una mujer sola necesita su
corazón para hacer las tareas
diarias, para estar sana, dice
mi abuela.

Pero si él decide que a pesar
de todo se lo queda...

Digale entonces, que al menos tenga
la bondad y la decencia de
quitarme la vida,

de una vez
y para siempre...


Muy atentamente y en espera de pronta respuesa...

Sta. Soledad Descorazonada Q.B.S.M.

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